domingo, 8 de abril de 2012

La dictadura de los ojos

Miramos, observamos, nos dejamos inundar por las sensaciones que la vista nos proporciona y creamos una opinión. Nos dejamos llevar por aquello que nuestros ojos nos enseñan sin llegarnos a plantear la posibilidad de que estos nos engañen.
Vemos una persona, la juzgamos por su apariencia, y por un razonamiento tan grandioso como falso sacamos la conclusión que más nos conviene. Somos esclavos de lo que vemos, nuestro juicio rara vez trasciende la primera imagen que adquirimos sobre lo juzgado. No dejamos hablar a los hechos, a las palabras… hemos llegado a la conclusión de que las cosas son como las vemos, no como las sentimos.
Amamos la generalización, meter en sacos con etiquetas a grupos de personas sin pararnos a pensar en el irrepetible e inigualable fenómeno que cada vida individual supone. Cada persona supone una historia distinta, una única historia individual que sólo el vivirá. Eso lo hace irrepetible, especial. Lo saca de toda clasificación.
Somos tal y como queremos que nos vean. Somos el resultado de las imágenes que se forman en las cabezas de quienes nos ven. ¿Uno se arregla para que lo miren? ¿O se arregla porque saben que lo van a mirar?.
Debemos recordar a los ojos que miran mucho y ven poco.

jueves, 5 de abril de 2012

Lluvia.

Lluvia que limpia
el aire de vagas melancolías
que no llegaron a ser.
Lluvia que arrastra
al suelo los pensamientos inconclusos,
las tenues y difusas ideas
que quedaron atrapadas en su gestación
y vagan haciendo aún más gris el cielo de Madrid.
Lluvia.
Lluvia.
Lluvia.