martes, 28 de junio de 2011

Conquistar palabras

¿Cómo conquistar una palabra?

Efímero, siempre se me escapa esta palabra, nunca la recuerdo en el momento de usarla, así que he pensado en acostumbrarme a ella, domesticarla vamos, así mis labios podrán pronunciarla cuando la necesite.
¿cómo domesticar una palabra?
Siempre hay una palabra que se nos escapa de los labios, una palabra algo compleja, de esas que cuando las necesitas nunca sale.
Nunca faltan en las conversaciones de calle, no surgen cuando hablas de trivialidades, son palabras que se utilizan en momentos distintos, especiales, cuando quieres describir algo maravilloso, contar una emoción o destripar con palabras un sentimiento. Son aquellas palabras que marcan la diferencia entre hablar y decir.
Para que esa palabra acuda a tus labios cuando la necesites, hay que domesticarla.
Piensa en esa palabra que a veces tu boca hecha tanto de menos, ¿la tienes? Ahora repítela en tu cabeza varias veces. Sintiendo todas sus sílabas, su entonación, sintiendo cómo su sonido refleja el propio significado.
El siguiente paso es desnudar la palabra, saborearla letra por letra, retener su aroma en el paladar y decirla lentamente, en un susurro, que vaya saliendo poco a poco al ritmo de la respiración. ¿lo notas?,¿ sientes cómo ya la vas interiorizando?
Ahora toca imaginar el efecto que causa esta palabra cuando la dices, el tono que le da a la frase, el placer que produce cuando la pronuncias. Ya puedes jugar con ella, escribirla, hacerla tuya, ya la has domesticado.
Pero cuidado, ahora posees la responsabilidad de cuidarla, de usarla en los momentos que merezca ser usada, debes tratarla con respeto, no convertirla en una palabra más, esta es ahora tu palabra, trátala cómo merece.

lunes, 20 de junio de 2011

¿Qué cabe en un beso?


Tu boca,
La brisa que emanas en cada respiración,
Tus labios…
el leve susurro que se les escapa cuando murmuran en el placar.
Tu voz,
una eterna melodía que entra por mi pecho.
El roce de tus labios al hablar, la música de tu risa,
El destello que emanan tus dientes de nácar cuando sonríes
al escuchar mi voz.
El aire que separa tu boca de la mía,
el aroma del deseo que se cuela entre nuestras respiraciones,
 la última mirada que nos echamos antes de cerrar los ojos para entregarnos
 al siempre en el jamás de rozar nuestras bocas y adorar el silencio del amor.

lunes, 6 de junio de 2011

El Orgullo de las Margaritas




Si alguien pasea alguna vez por un bosque, un parque, por un descampado, o cualquier sitio con algo de vegetación cuando llega la primavera, y se para a mirar un poco hacia abajo, observando lo que le rodea, seguramente logrará vislumbrar unas florecillas bastante pequeñas por lo general, de pétalos blancos y estambres amarillos. Es la típica flor a la que en las películas de amor, la chica con el corazón confundido le arranca los pétalos uno a uno diciendo…-¿me quiere?, ¿no , me quiere?.



Pues cuando valláis paseando y os encontréis con esa flor, sabed que se llama margarita.


Al igual que yo, Muchos os habréis encontrado a menudo con estas florecillas silvestres y las habréis mirado cómo a una flor más, sin notar nada raro en ella. Pues bien, os voy a relatar lo que me sucedió hace unos días.

Estaba yo en el parque de al lado de mi casa, paseando al perro de mi abuela como todas las tardes, cuando caminando por el césped me topé con un grupo de margaritas, que casualmente estaban en el único tramo de césped que no estaba cubierto por un árbol. Hasta aquí todo es normal.


Algún día más tarde pasaba con la bici por un pinar que queda saliendo del barrio por donde vivo, cuando en un claro del pinar, dónde ningún árbol tapaba el cielo, había otras cuantas margaritas, todas en el centro del claro, todas mirando siempre hacia arriba. En este momento, mi cabeza comenzó a elaborar un pensamiento, pero aún no sabía darle forma.

Pasadas unas cuantas semanas, fui con mi novia a la sierra, a hacer una marcha y pasar un día rodeados de naturaleza y alejados de la ciudad. Después de toda la mañana andando, paramos a comer en una praderilla que queda cerca de un arroyuelo de agua helada , ¿adivináis qué encontré en mitad de dicha pradera?, efectivamente, margaritas, todas mirando hacia el cielo. Fue en ese momento cuando me percaté de lo que les pasaba a todas las margaritas, siempre están en zonas donde no hay nada más altas que ellas, donde ningún árbol las tape la vista al cielo, y siempre están mirando hacia arriba.
¿Por qué?


Una vez en casa, movido por la curiosidad, me puse a buscar en los libros de ciencia a ver si encontraba la causa de este curioso fenómeno, pero en ninguno me lo aclaraban. Cansado de leer tanto libro de ciencia, abandoné mi búsqueda y olvidé de este asunto.
Fue unos mese más tarde, casualmente, leyendo en la biblioteca un libro de leyendas indias cuando encontré la respuesta al enigma. A continuación me dispongo a transcribiros la leyenda.

“El orgullo de las Margaritas”


Alguien se ha preguntado por que las margaritas siempre miran hacia arriba?, ¿Por qué no crecen donde haya algo más alto que no las deje ver el cielo?


Cuenta la leyenda que hace mucho, mucho tiempo, cuando ni el matamoscas había sido descubierto, las margaritas eran unas flores tristes que crecían en cualquier sitio , siempre estaban quejándose, es cierto que no eran las flores más bonitas, de hecho… no lo son, pero tampoco son feas, todo lo contrario, es una flor que siempre alegra el paisaje. Pues bien, las margaritas siempre andaban quejándose de que había flores más pequeñas que tenían colores más bonitos, que las gustaban más los rojos pétalos de las amapolas que los e eran suyos. También se quejaban de que eran y muy débiles y pequeñas en comparación con los arbustos, y mucho más si se comparaban con los árboles. Un día, el Dios del Bosque paseaba por sus tierras entre los árboles y molesto por tanta queja, preguntó a las margaritas:
-¿ De qué os quejáis tanto?, ¿ qué es lo que os pasa?


- Nuestros colores son muy pobres en comparación con otras flores, somos muy débiles al lado de los árboles, y nuestros pétalos son más pequeños que los de muchas otras flores. Respondieron angustiadas las margaritas.


Viendo tanta tristeza y tanto afán por ser las flores más bonitas, más altas y más fuertes, el Dios del Bosque se compadeció, y las prometió que atendería sus peticiones. Las margaritas, maravilladas, escucharon su promesa.


Dijo entonces el Dios del Bosque:


-A partir de ahora, las margaritas serán las flores más bellas, más altas y más fuertes, y sus colores serán más bonitos que los de cualquier otra flor
Entonces el Dios del bosque, las dijo que, a cambio, siempre debían estar mirando hacia arriba, siempre hacia el cielo, y que desde ese momento sólo debían crecer en los claros, donde nada las pudiese tapar la vista del cielo.


Fue así cómo el Dios del Bosque engañó a las margaritas, y es por eso, que las margaritas se creen la flor más alta, más fuerte y más bella, porque nunca miran abajo ni a los lados, donde pueden ver otras flores más bonitas. Y es por este engaño, que las margaritas se creen más altas y más fuertes que los árboles, porque desde aquel momento, nunca han vuelto a ver otra cosa que no sea el cielo.

viernes, 3 de junio de 2011

El pasado

El pasado .

El pasado deja a veces un hueco en el alma que algunos no consiguen llenar .El pasado turbio sirve al optimista para creer un futuro mejor y al pesimista para verlo aún más negro. Algunos quedan refugiados en la calidez del pasado y así no afrontan las dificultades que se les presentan día a día, otros olvidan el pasado y creen que nada de lo vivido cuenta en cómo son ahora, creen que lo único que condiciona su persona es el presente. Cada individuo, imperfecto y humano, es la suma de los actos que en el pasado le acontecieron, es el resultado de una gigante ecuación, en la que afecto, sueños, ilusiones y pasiones son los componentes complementarios a lo vivido en el pasado, la forma de afrentar el presente, y las esperanzas para el futuro.

Somos fruto del primer beso que dimos, del primer regalo recibido. Somos la florida primavera que sembró nuestro primer amor, nuestro primer sueño cumplido. Somos el otoño de las amargas separaciones, las esperanzas que se nos frustraron y los errores que nos atormentan aun años después de cometidos.

El presente es esa primavera y ese otoño, el presente no nos sirve para cambiar ese error pasado, nos sirve para no volver a cometerlo. El presente es la oportunidad deseada para remediar los daños causados en el pasado y para cumplir los sueños que hace unos años creíamos imposibles.

En cuanto a ese hueco en el alma que a veces no logramos llenar, tapémoslo con la ilusión del día a día, con el aroma de las pequeñas cosas… tapémoslo con el amor.